 Fortuna:
Fortuna: La buena fortuna es como el humo: no puedes atraparla con las manos, pero puede rodearte.
Poseyeron a una familiar mía. Recuerdo que comencé a golpearla y atacarla mientras ella me pedía que parase. Ella entonces se detuvo y mudó de piel frente a mí, transformándose en una persona enteramente distinta.
Volví a golpearla hasta dejarla maltrecha. Corrí con mi abuela, para decirle que esa familiar era bruja. Ella y una de sus amigas me siguieron, porque allí en casa de esa familiar, estaba mi madre, mi hermano y otros familiares que corrían peligro.
Al llegar, no los ví. Sólo ví a una tía mía que estaba en una habitación. Le pregunté qué pasó. Ella me dijo que la poseída encerró a todos en armarios. Escuché gritos de dentro de los armarios. Pateé la puerta pero no cedieron. Corrí al patio a buscar a la poseída.
La ví de pie. Le grité. Comencé a rezarle en latín, una oración que yo sí que conozco en la vida real, y qué sé más o menos para qué sirve.
"VADE RETRO SATANA."
Ella gritó con dolor y empezó a encogerse, asustada. Unos hombres, un pastor y otros de cultos aparecieron y la sujetaron contra un lavadero. Ella empezó a gritar y a reírse. Yo me acerqué mientras seguía rezando.
"Nunquam suade nihi vana. Sunt mala quae libas. Ipse venena bibas." Ella se rió de mí.
Empecé a asustarme de que el rezo no funcionara. Intenté rezar otros cantos, pero comencé a ponerme nervioso y a equivocarme. Intenté rezar "El señor es mi pastor". Pero me equivoqué. Intenté pedir ayuda a los hombres, pues sabía que ellos eran de otra religión y pensé que quizá uno de ellos sabría algo más poderoso que lo mío.
Ella tiró la cabeza hacia atrás. En el sueño, sólo pude ver su cara mientras decía:
"Matista, (o amatista, no sé), Matista, Matista, Matusalén, Matusalén, Matusalén."
> Nota aquí: Yo no sabía quién coño era Matusalén sino hasta que investigué después de despertar.
Aparecieron niños. Ella se soltó del agarre y se movió hacia ellos. Ví cómo si una sombra o algo negro se metiese dentro de un niño y empezó a convulsionar hasta que se le desprendió la cabeza del cuello. Se movió a otro. El otro se sacudió y cayó al suelo muerto. Se repetía esto varias veces mientras los hombres y yo intentábamos comprender qué diablos pasaba.
Y con un plano de un niño tirado en el suelo, muerto, acabó el sueño.