Nunca confíes en los judíos. Menos en una mujer judía.
Están podridos hasta el núcleo más oscuro de su ser.
Son esclavos del su demiurgo Jaweh.
Pareciera que sin importar dónde ni como, todos los judíos se mueven en conjunto para esclavizar la carne y matar el espíritu.
Una identificación biométrica, global y forzada es solo un escalón más en sus demoníacos planes.
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