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Hilo: Eclesiastés — CHAN.MX

CHAN.MX

Hilo: Eclesiastés

/ocultismo/
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Anónimo A inicio esta discusión hace 3 meses #1,225

Eclesiastés
1 PALABRAS del Predicador, hijo de David, rey
en Jerusalem. 2 Vanidad de vanidades, dijo el
Predicador; vanidad de vanidades, todo vanidad.
3 ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo
con que se afana debajo del sol? 4 Generación
va, y generación viene: mas la tierra siempre
permanece. 5 Y sale el sol, y pónese el sol, y con
deseo vuelve á su lugar donde torna á nacer. 6 El
viento tira hacia el mediodía, y rodea al norte; va
girando de continuo, y á sus giros torna el viento
de nuevo. 7 Los ríos todos van á la mar, y la mar
no se hinche; al lugar de donde los ríos vinieron,
allí tornan para correr de nuevo. 8 Todas las cosas
andan en trabajo más que el hombre pueda decir:
ni los ojos viendo se hartan de ver, ni los oídos se
hinchen de oir. 9 ¿Qué es lo que fué? Lo mismo que
será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que
se hará: y nada hay nuevo debajo del sol. 10 ¿Hay
algo de que se pueda decir: He aquí esto es nuevo?
Ya fué en los siglos que nos han precedido. 11 No
hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de
lo que sucederá habrá memoria en los que serán
después. 12 Yo el Predicador fuí rey sobre Israel en
Jerusalem. 13 Y dí mi corazón á inquirir y buscar
con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del
cielo: este penoso trabajo dió Dios á los hijos de
los hombres, en que se ocupen. 14 Yo miré todas
las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí,
todo ello es vanidad y aflicción de espíritu. 15 Lo

torcido no se puede enderezar; y lo falto no puede
contarse. 16 Hablé yo con mi corazón, diciendo:
He aquí hállome yo engrandecido, y he crecido
en sabiduría sobre todos los que fueron antes
de mí en Jerusalem; y mi corazón ha percibido
muchedumbre de sabiduría y ciencia. 17 Y dí
mi corazón á conocer la sabiduría, y también á
entender las locuras y los desvaríos: conocí que
aun esto era aflicción de espíritu. 18 Porque en
la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien
añade ciencia, añade dolor.
2 1 DIJE yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré
con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto
también era vanidad. 2 A la risa dije: Enloqueces;
y al placer: ¿De qué sirve esto? 3 Propuse en mi
corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese
mi corazón en sabiduría, con retención de la
necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos
de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del
cielo todos los días de su vida. 4 Engrandecí mis
obras, edifiquéme casas, plantéme viñas; 5 Híceme
huertos y jardines, y planté en ellos árboles de
todos frutos; 6 Híceme estanques de aguas, para
regar de ellos el bosque donde los árboles crecían.
7 Poseí siervos y siervas, y tuve hijos de familia;
también tuve posesión grande de vacas y ovejas,
sobre todos los que fueron antes de mí en
Jerusalem; 8 Alleguéme también plata y oro, y
tesoro preciado de reyes y de provincias; híceme
de cantores y cantoras, y los deleites de los hijos
de los hombres, instrumentos músicos y de

todas suertes. 9 Y fuí engrandecido, y aumentado
más que todos los que fueron antes de mí en
Jerusalem: á más de esto perseveró conmigo mi
sabiduría. 10 No negué á mis ojos ninguna cosa que
desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno,
porque mi corazón gozó de todo mi trabajo: y ésta
fué mi parte de toda mi faena. 11 Miré yo luego
todas las obras que habían hecho mis manos, y el
trabajo que tomé para hacerlas: y he aquí, todo
vanidad y aflicción de espíritu, y no hay provecho
debajo del sol. 12 Después torné yo á mirar
para ver la sabiduría y los desvaríos y la necedad;
(porque ¿qué hombre hay que pueda seguir al
rey en lo que ya hicieron?) 13 Y he visto que la
sabiduría sobrepuja á la necedad, como la luz á las
tinieblas. 14 El sabio tiene sus ojos en su cabeza,
mas el necio anda en tinieblas: empero también
entendí yo que un mismo suceso acaecerá al uno
que al otro. 15 Entonces dije yo en mi corazón:
Como sucederá al necio me sucederá también á
mí: ¿para qué pues he trabajado hasta ahora por
hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que
también esto era vanidad. 16 Porque ni del sabio
ni del necio habrá memoria para siempre; pues
en los días venideros ya todo será olvidado, y
también morirá el sabio como el necio. 17 Aborrecí
por tanto la vida; porque la obra que se hace
debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo
es vanidad y aflicción de espíritu. 18 Yo asimismo
aborrecí todo mi trabajo que había puesto por
obra debajo del sol; el cual dejaré á otro que
vendrá después de mí. 19 ¿Y quién sabe si será
sabio, ó necio, el que se enseñoreará de todo mi

trabajo en que yo me afané, y en que ocupé debajo
del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad.
20 Tornéme por tanto á desesperanzar mi corazón
acerca de todo el trabajo en que me afané, y en que
había ocupado debajo del sol mi sabiduría. 21 ¡Que
el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia,
y con rectitud, y que haya de dar su hacienda á
hombre que nunca trabajó en ello! También es
esto vanidad y mal grande. 22 Porque ¿qué tiene el
hombre de todo su trabajo, y fatiga de su corazón,
con que debajo del sol él se afanara? 23 Porque
todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos
molestias: aun de noche su corazón no reposa.
Esto también es vanidad. 24 No hay cosa mejor
para el hombre sino que coma y beba, y que su
alma vea el bien de su trabajo. También tengo yo
visto que esto es de la mano de Dios. 25 Porque
¿quién comerá, y quién se cuidará, mejor que yo?
26 Porque al hombre que le agrada, Dios le da
sabiduría y ciencia y gozo: mas al pecador da
trabajo, el que allegue y amontone, para que dé
al que agrada á Dios. También esto es vanidad y
aflicción de espíritu.
3 1 PARA todas las cosas hay sazón, y todo lo que se
quiere debajo del cielo, tiene su tiempo: 2 Tiempo
de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar,
y tiempo de arrancar lo plantado; 3 Tiempo de
matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y
tiempo de edificar; 4 Tiempo de llorar, y tiempo
de reir; tiempo de endechar, y tiempo de bailar;
5 Tiempo de esparcir las piedras, y tiempo de

allegar las piedras; tiempo de abrazar, y tiempo
de alejarse de abrazar; 6 Tiempo de agenciar, y
tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de
arrojar; 7 Tiempo de romper, y tiempo de coser;
tiempo de callar, y tiempo de hablar; 8 Tiempo de
amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra,
y tiempo de paz. 9 ¿Qué provecho tiene el que
trabaja en lo que trabaja? 10 Yo he visto el trabajo
que Dios ha dado á los hijos de los hombres para
que en él se ocupasen. 11 Todo lo hizo hermoso en
su tiempo: y aun el mundo dió en su corazón, de tal
manera que no alcance el hombre la obra de Dios
desde el principio hasta el cabo. 12 Yo he conocido
que no hay mejor para ellos, que alegrarse, y
hacer bien en su vida: 13 Y también que es don
de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el
bien de toda su labor. 14 He entendido que todo
lo que Dios hace, eso será perpetuo: sobre aquello
no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y hácelo
Dios, para que delante de él teman los hombres.
15 Aquello que fué, ya es: y lo que ha de ser, fué
ya; y Dios restaura lo que pasó. 16 Vi más debajo
del sol: en lugar del juicio, allí la impiedad; y en
lugar de la justicia, allí la iniquidad. 17 Y dije yo
en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios;
porque allí hay tiempo á todo lo que se quiere y
sobre todo lo que se hace. 18 Dije en mi corazón, en
orden á la condición de los hijos de los hombres,
que Dios los probaría, para que así echaran de
ver ellos mismos que son semejantes á las bestias.
19 Porque el suceso de los hijos de los hombres, y
el suceso del animal, el mismo suceso es: como

mueren los unos, así mueren los otros; y una
misma respiración tienen todos; ni tiene más el
hombre que la bestia: porque todo es vanidad.
20 Todo va á un lugar: todo es hecho del polvo,
y todo se tornará en el mismo polvo. 21 ¿Quién
sabe que el espíritu de los hijos de los hombres
suba arriba, y que el espíritu del animal descienda
debajo de la tierra? 22 Así que he visto que no hay
cosa mejor que alegrarse el hombre con lo que
hiciere; porque esta es su parte: porque ¿quién lo
llevará para que vea lo que ha de ser después de
él?
4
1 Y TORNÉME yo, y vi todas las violencias que
se hacen debajo del sol: y he aquí las lágrimas de
los oprimidos, y sin tener quien los consuele; y la
fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para
ellos no había consolador. 2 Y alabé yo los finados
que ya murieron, más que los vivientes que hasta
ahora están vivos. 3 Y tuve por mejor que unos y
otros al que no ha sido aún, que no ha visto las
malas obras que debajo del sol se hacen. 4 Visto
he asimismo que todo trabajo y toda excelencia
de obras mueve la envidia del hombre contra su
prójimo. También esto es vanidad y aflicción de
espíritu. 5 El necio dobla sus manos y come su
carne. 6 Mas vale el un puño lleno con descanso,
que ambos puños llenos con trabajo y aflicción
de espíritu. 7 Yo me torné otra vez, y vi vanidad
debajo del sol. 8 Está un hombre solo y sin sucesor;
que ni tiene hijo ni hermano; mas nunca cesa de
trabajar, ni sus ojos se hartan de sus riquezas, ni

se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi
alma del bien? También esto es vanidad, y duro
trabajo. 9 Mejores son dos que uno; porque tienen
mejor paga de su trabajo. 10 Porque si cayeren,
el uno levantará á su compañero: mas ¡ay del
solo! que cuando cayere, no habrá segundo que
lo levante. 11 También si dos durmieren juntos, se
calentarán; mas ¿cómo se calentará uno solo? 12 Y
si alguno prevaleciere contra el uno, dos estarán
contra él; y cordón de tres dobleces no presto se
rompe. 13 Mejor es el muchacho pobre y sabio, que
el rey viejo y fatuo que no sabe ser aconsejado.
14 Porque de la cárcel salió para reinar; mientras
el nacido en su reino se hizo pobre. 15 Vi todos los
vivientes debajo del sol caminando con el muchacho
sucesor, que estará en lugar de aquél. 16 No
tiene fin todo el pueblo que fué antes de ellos:
tampoco los que vendrán después estarán con él
contentos. Y esto es también vanidad y aflicción
de espíritu.
5 1 CUANDO fueres á la casa de Dios, guarda tu
pie; y acércate más para oir que para dar el sacrificio
de los necios: porque no saben que hacen
mal. 2 No te des priesa con tu boca, ni tu corazón
se apresure á proferir palabra delante de Dios;
porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra:
por tanto, sean pocas tus palabras. 3 Porque de
la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud
de las palabras la voz del necio. 4 Cuando
á Dios hicieres promesa, no tardes en pagarla;
porque no se agrada de los insensatos. Paga lo

que prometieres. 5 Mejor es que no prometas,
que no que prometas y no pagues. 6 No sueltes tu
boca para hacer pecar á tu carne; ni digas delante
del ángel, que fué ignorancia. ¿Por qué harás que
Dios se aire á causa de tu voz, y que destruya la
obra de tus manos? 7 Donde los sueños son en
multitud, también lo son las vanidades y muchas
las palabras; mas tú teme á Dios. 8 Si violencias de
pobres, y extorsión de derecho y de justicia vieres
en la provincia, no te maravilles de esta licencia;
porque alto está mirando sobre alto, y uno más
alto está sobre ellos. 9 Además el provecho de la
tierra es para todos: el rey mismo está sujeto á los
campos. 10 El que ama el dinero, no se hartará de
dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará
fruto. También esto es vanidad. 11 Cuando los
bienes se aumentan, también se aumentan sus
comedores. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño,
sino verlos con sus ojos? 12 Dulce es el sueño
del trabajador, ora coma mucho ó poco; mas al
rico no le deja dormir la hartura. 13 Hay una
trabajosa enfermedad que he visto debajo del sol:
las riquezas guardadas de sus dueños para su mal;
14 Las cuales se pierden en malas ocupaciones, y
á los hijos que engendraron nada les queda en
la mano. 15 Como salió del vientre de su madre,
desnudo, así se vuelve, tornando como vino; y
nada tuvo de su trabajo para llevar en su mano.
16 Este también es un gran mal, que como vino, así
haya de volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar
al viento? 17 Demás de esto, todos los días de su
vida comerá en tinieblas, con mucho enojo y dolor
y miseria. 18 He aquí pues el bien que yo he visto:

Que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del
bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo
del sol, todos los días de su vida que Dios le ha
dado; porque esta es su parte. 19 Asimismo, á todo
hombre á quien Dios dió riquezas y hacienda, y
le dió también facultad para que coma de ellas, y
tome su parte, y goce su trabajo; esto es don de
Dios. 20 Porque no se acordará mucho de los días
de su vida; pues Dios le responderá con alegría de
su corazón.

6 1 HAY un mal que he visto debajo del cielo,
y muy común entre los hombres: 2 Hombre á
quien Dios dió riquezas, y hacienda, y honra, y
nada le falta de todo lo que su alma desea; mas
Dios no le dió facultad de comer de ello, sino
que los extraños se lo comen. Esto vanidad es, y
enfermedad trabajosa. 3 Si el hombre engendrare
ciento, y viviere muchos años, y los días de su edad
fueren numerosos; si su alma no se hartó del bien,
y también careció de sepultura, yo digo que el
abortivo es mejor que él. 4 Porque en vano vino,
y á tinieblas va, y con tinieblas será cubierto su
nombre. 5 Aunque no haya visto el sol, ni conocido
nada, más reposo tiene éste que aquél. 6 Porque si
viviere aquél mil años dos veces, si no ha gozado
del bien, cierto todos van á un lugar. 7 Todo el
trabajo del hombre es para su boca, y con todo eso
su alma no se harta. 8 Porque ¿qué más tiene el
sabio que el necio? ¿qué más tiene el pobre que
supo caminar entre los vivos? 9 Más vale vista
de ojos que deseo que pasa. Y también esto es

vanidad y aflicción de espíritu. 10 El que es, ya
su nombre ha sido nombrado; y se sabe que es
hombre, y que no podrá contender con el que
es más fuerte que él. 11 Ciertamente las muchas
palabras multiplican la vanidad. ¿Qué más tiene el
hombre? 12 Porque ¿quién sabe cuál es el bien del
hombre en la vida, todos los días de la vida de su
vanidad, los cuales él pasa como sombra? Porque
¿quién enseñará al hombre qué será después de él
debajo del sol?
7 1 MEJOR es la buena fama que el buen ungüento;
y el día de la muerte que el día del nacimiento.
2 Mejor es ir á la casa del luto que á la casa del
convite: porque aquello es el fin de todos los
hombres; y el que vive parará mientes. 3 Mejor
es el enojo que la risa: porque con la tristeza
del rostro se enmendará el corazón. 4 El corazón
de los sabios, en la casa del luto; mas el corazón
de los insensatos, en la casa del placer. 5 Mejor
es oir la reprensión del sabio, que la canción de
los necios. 6 Porque la risa del necio es como el
estrépito de las espinas debajo de la olla. Y también
esto es vanidad. 7 Ciertamente la opresión hace
enloquecer al sabio: y el presente corrompe el
corazón. 8 Mejor es el fin del negocio que su
principio: mejor es el sufrido de espíritu que el
altivo de espíritu. 9 No te apresures en tu espíritu
á enojarte: porque la ira en el seno de los necios
reposa. 10 Nunca digas: ¿Qué es la causa que
los tiempos pasados fueron mejores que éstos?
Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría.

11 Buena es la ciencia con herencia; y más á los
que ven el sol. 12 Porque escudo es la ciencia, y
escudo es el dinero: mas la sabiduría excede en
que da vida á sus poseedores. 13 Mira la obra
de Dios; porque ¿quién podrá enderezar lo que
él torció? 14 En el día del bien goza del bien; y
en el día del mal considera. Dios también hizo
esto delante de lo otro, porque el hombre no
halle nada tras de él. 15 Todo esto he visto en
los días de mi vanidad. Justo hay que perece
por su justicia, y hay impío que por su maldad
alarga sus días. 16 No seas demasiado justo, ni seas
sabio con exceso: ¿por qué te destruirás? 17 No
hagas mal mucho, ni seas insensato: ¿por qué
morirás antes de tu tiempo? 18 Bueno es que tomes
esto, y también de estotro no apartes tu mano;
porque el que á Dios teme, saldrá con todo. 19 La
sabiduría fortifica al sabio más que diez poderosos
la ciudad en que fueron. 20 Ciertamente no hay
hombre justo en la tierra, que haga bien y nunca
peque. 21 Tampoco apliques tu corazón á todas
las cosas que se hablaren, porque no oigas á tu
siervo que dice mal de ti: 22 Porque tu corazón
sabe, como tú también dijiste mal de otros muchas
veces. 23 Todas estas cosas probé con sabiduría,
diciendo: Hacerme he sabio: mas ella se alejó de
mí. 24 Lejos está lo que fué; y lo muy profundo
¿quién lo hallará? 25 Yo he rodeado con mi corazón
por saber, y examinar, é inquirir la sabiduría, y la
razón; y por conocer la maldad de la insensatez,
y el desvarío del error; 26 Y yo he hallado más
amarga que la muerte la mujer, la cual es redes,
y lazos su corazón; sus manos como ligaduras.

El que agrada á Dios escapará de ella; mas el
pecador será preso en ella. 27 He aquí, esto he
hallado, dice el Predicador, pesando las cosas una
por una para hallar la razón; 28 Lo que aun busca
mi alma, y no encuentro: un hombre entre mil
he hallado; mas mujer de todas éstas nunca hallé.
29 He aquí, solamente he hallado esto: que Dios
hizo al hombre recto, mas ellos buscaron muchas
cuentas.
8
1 ¿QUIÉN como el sabio? ¿y quién como el que
sabe la declaración de las cosas? La sabiduría
del hombre hará relucir su rostro, y mudaráse
la tosquedad de su semblante. 2 Yo te aviso que
guardes el mandamiento del rey y la palabra del
juramento de Dios. 3 No te apresures á irte de
delante de él, ni en cosa mala persistas; porque él
hará todo lo que quisiere: 4 Pues la palabra del rey
es con potestad, ¿y quién le dirá, Qué haces? 5 El
que guarda el mandamiento no experimentará
mal; y el tiempo y el juicio conoce el corazón del
sabio. 6 Porque para todo lo que quisieres hay
tiempo y juicio; mas el trabajo del hombre es
grande sobre él; 7 Porque no sabe lo que ha de ser;
y el cuándo haya de ser, ¿quién se lo enseñará? 8 No
hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu
para retener el espíritu, ni potestad sobre el día
de la muerte: y no valen armas en tal guerra;
ni la impiedad librará al que la posee. 9 Todo
esto he visto, y puesto he mi corazón en todo
lo que debajo del sol se hace: hay tiempo en
que el hombre se enseñorea del hombre para mal

suyo. 10 Esto vi también: que los impíos sepultados
vinieron aún en memoria; mas los que partieron
del lugar santo, fueron luego puestos en olvido en
la ciudad donde con rectitud habían obrado. Esto
también es vanidad. 11 Porque no se ejecuta luego
sentencia sobre la mala obra, el corazón de los
hijos de los hombres está en ellos lleno para hacer
mal. 12 Bien que el pecador haga mal cien veces,
y le sea dilatado el castigo, con todo yo también
sé que los que á Dios temen tendrán bien, los que
temieren ante su presencia; 13 Y que el impío no
tendrá bien, ni le serán prolongados los días, que
son como sombra; por cuanto no temió delante de
la presencia de Dios. 14 Hay vanidad que se hace
sobre la tierra: que hay justos á quienes sucede
como si hicieran obras de impíos; y hay impíos á
quienes acaece como si hicieran obras de justos.
Digo que esto también es vanidad. 15 Por tanto
alabé yo la alegría; que no tiene el hombre bien
debajo del sol, sino que coma y beba, y se alegre;
y que esto se le quede de su trabajo los días de su
vida que Dios le dió debajo del sol. 16 Yo pues dí
mi corazón á conocer sabiduría, y á ver la faena
que se hace sobre la tierra; (porque hay quien ni
de noche ni de día ve sueño en su ojos;) 17 Y he
visto todas las obras de Dios, que el hombre no
puede alcanzar la obra que debajo del sol se hace;
por mucho que trabaje el hombre buscándola, no
la hallará: aunque diga el sabio que la sabe, no por
eso podrá alcanzarla.
9 1 CIERTAMENTE dado he mi corazón á todas

estas cosas, para declarar todo esto: que los justos
y los sabios, y sus obras, están en la mano de Dios;
y que no sabe el hombre ni el amor ni el odio por
todo lo que pasa delante de él. 2 Todo acontece
de la misma manera á todos: un mismo suceso
ocurre al justo y al impío; al bueno y al limpio y
al no limpio; al que sacrifica, y al que no sacrifica:
como el bueno, así el que peca; el que jura, como el
que teme el juramento. 3 Este mal hay entre todo
lo que se hace debajo del sol, que todos tengan
un mismo suceso, y también que el corazón de
los hijos de los hombres esté lleno de mal, y de
enloquecimiento en su corazón durante su vida:
y después, á los muertos. 4 Aun hay esperanza
para todo aquél que está entre los vivos; porque
mejor es perro vivo que león muerto. 5 Porque
los que viven saben que han de morir: mas los
muertos nada saben, ni tienen más paga; porque
su memoria es puesta en olvido. 6 También su
amor, y su odio y su envidia, feneció ya: ni tiene
ya más parte en el siglo, en todo lo que se hace
debajo del sol. 7 Anda, y come tu pan con gozo, y
bebe tu vino con alegre corazón: porque tus obras
ya son agradables á Dios. 8 En todo tiempo sean
blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre
tu cabeza. 9 Goza de la vida con la mujer que
amas, todos los días de la vida de tu vanidad, que
te son dados debajo del sol, todos los días de tu
vanidad; porque esta es tu parte en la vida, y en tu
trabajo con que te afanas debajo del sol. 10 Todo
lo que te viniere á la mano para hacer, hazlo
según tus fuerzas; porque en el sepulcro, adonde
tú vas, no hay obra, ni industria, ni ciencia, ni

sabiduría. 11 Tornéme, y vi debajo del sol, que ni es
de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes,
ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes
las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino
que tiempo y ocasión acontece á todos. 12 Porque
el hombre tampoco conoce su tiempo: como los
peces que son presos en la mala red, y como las
aves que se prenden en lazo, así son enlazados los
hijos de los hombres en el tiempo malo, cuando
cae de repente sobre ellos. 13 También vi esta
sabiduría debajo del sol, la cual me parece grande:
14 Una pequeña ciudad, y pocos hombres en ella; y
viene contra ella un gran rey, y cércala, y edifica
contra ella grandes baluartes: 15 Y hállase en ella
un hombre pobre, sabio, el cual libra la ciudad
con su sabiduría; y nadie se acordaba de aquel
pobre hombre. 16 Entonces dije yo: Mejor es la
sabiduría que la fortaleza; aunque la ciencia del
pobre sea menospreciada, y no sean escuchadas
sus palabras. 17 Las palabras del sabio con reposo
son oídas, más que el clamor del señor entre los
necios. 18 Mejor es la sabiduría que las armas de
guerra; mas un pecador destruye mucho bien.
10 1 LAS moscas muertas hacen heder y dar mal
olor el perfume del perfumista: así una pequeña
locura, al estimado por sabiduría y honra. 2 El
corazón del sabio está á su mano derecha; mas
el corazón del necio á su mano izquierda. 3 Y
aun mientras va el necio por el camino, fáltale
su cordura, y dice á todos, que es necio. 4 Si el
espíritu del príncipe se exaltare contra ti, no dejes

tu lugar; porque la lenidad hará cesar grandes
ofensas. 5 Hay un mal que debajo del sol he visto,
á manera de error emanado del príncipe: 6 La
necedad está colocada en grandes alturas, y los
ricos están sentados en lugar bajo. 7 Vi siervos
en caballos, y príncipes que andaban como siervos
sobre la tierra. 8 El que hiciere el hoyo caerá en
él; y el que aportillare el vallado, morderále la
serpiente. 9 El que mudare las piedras, trabajo
tendrá en ellas: el que cortare la leña, en ella
peligrará. 10 Si se embotare el hierro, y su filo
no fuere amolado, hay que añadir entonces más
fuerza: empero excede la bondad de la sabiduría.
11 Muerde la serpiente cuando no está encantada,
y el lenguaraz no es mejor. 12 Las palabras de
la boca del sabio son gracia; mas los labios del
necio causan su propia ruina. 13 El principio de
las palabras de su boca es necedad; y el fin de
su charla nocivo desvarío. 14 El necio multiplica
palabras: no sabe hombre lo que ha de ser; ¿y
quién le hará saber lo que después de él será? 15 El
trabajo de los necios los fatiga; porque no saben
por dónde ir á la ciudad. 16 ¡Ay de ti, tierra, cuando
tu rey es muchacho, y tus príncipes comen de
mañana! 17 ¡Bienaventurada, tú, tierra, cuando tu rey
es hijo de nobles, y tus príncipes comen á su hora,
por refección, y no por el beber! 18 Por la pereza
se cae la techumbre, y por flojedad de manos se
llueve la casa. 19 Por el placer se hace el convite,
y el vino alegra los vivos: y el dinero responde á
todo. 20 Ni aun en tu pensamiento digas mal del
rey, ni en los secretos de tu cámara digas mal del

rico; porque las aves del cielo llevarán la voz, y las
que tienen alas harán saber la palabra.
11
1 ECHA tu pan sobre las aguas; que después de
muchos días lo hallarás. 2 Reparte á siete, y aun á
ocho: porque no sabes el mal que vendrá sobre
la tierra. 3 Si las nubes fueren llenas de agua,
sobre la tierra la derramarán: y si el árbol cayere
al mediodía, ó al norte, al lugar que el árbol cayere,
allí quedará. 4 El que al viento mira, no sembrará;
y el que mira á las nubes, no segará. 5 Como tú
no sabes cuál es el camino del viento, ó cómo se
crían los huesos en el vientre de la mujer preñada,
así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las
cosas. 6 Por la mañana siembra tu simiente, y á
la tarde no dejes reposar tu mano: porque tú no
sabes cuál es lo mejor, si esto ó lo otro, ó si ambas
á dos cosas son buenas. 7 Suave ciertamente es
la luz, y agradable á los ojos ver el sol: 8 Mas
si el hombre viviere muchos años, y en todos
ellos hubiere gozado alegría; si después trajere
á la memoria los días de las tinieblas, que serán
muchos, todo lo que le habrá pasado, dirá haber
sido vanidad. 9 Alégrate, mancebo, en tu mocedad,
y tome placer tu corazón en los días de tu juventud;
y anda en los caminos de tu corazón, y en la vista
de tus ojos: mas sabe, que sobre todas estas cosas
te traerá Dios á juicio. 10 Quita pues el enojo de
tu corazón, y aparta el mal de tu carne: porque la
mocedad y la juventud son vanidad.

12
1 Y ACUÉRDATE de tu Criador en los días de tu juventud,
antes que vengan los malos días, y lleguen
los años, de los cuales digas, No tengo en ellos
contentamiento; 2 Antes que se oscurezca el sol, y
la luz, y la luna y las estrellas, y las nubes se tornen
tras la lluvia: 3 Cuando temblarán los guardas de
la casa, y se encorvarán los hombres fuertes, y
cesarán las muelas, porque han disminuído, y se
oscurecerán los que miran por las ventanas; 4 Y
las puertas de afuera se cerrarán, por la bajeza
de la voz de la muela; y levantaráse á la voz del
ave, y todas las hijas de canción serán humilladas;
5 Cuando también temerán de lo alto, y los tropezones
en el camino; y florecerá el almendro, y
se agravará la langosta, y perderáse el apetito:
porque el hombre va á la casa de su siglo, y los
endechadores andarán en derredor por la plaza:
6 Antes que la cadena de plata se quiebre, y se
rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre
junto á la fuente, y la rueda sea rota sobre el pozo;
7 Y el polvo se torne á la tierra, como era, y el
espíritu se vuelva á Dios que lo dió. 8 Vanidad
de vanidades, dijo el Predicador, todo vanidad.
9 Y cuanto más sabio fué el Predicador, tanto más
enseñó sabiduría al pueblo; é hizo escuchar, é
hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios.
10 Procuró el Predicador hallar palabras agradables,
y escritura recta, palabras de verdad. 11 Las
palabras de los sabios son como aguijones; y como
clavos hincados, las de los maestros de las congregaciones,
dadas por un Pastor. 12 Ahora, hijo

mío, á más de esto, sé avisado. No hay fin de hacer
muchos libros; y el mucho estudio aflicción es de
la carne. 13 El fin de todo el discurso oído es este:
Teme á Dios, y guarda sus mandamientos; porque
esto es el todo del hombre. 14 Porque Dios traerá
toda obra á juicio, el cual se hará sobre toda cosa
oculta, buena ó mala.
(Editado 3 minutos después.)
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Anónimo B, hace 3 meses[^] [v] #7,039

nmms pinche biblia que te marcastes aun asi alrato lo leere haber que dice xd

Anónimo C, hace 2 meses[^] [v] #11,325

Todo bien, pero a pesar de tanta sabiduria, fue nublado en el aprendizaje mas básico.

Aunque sabemos que todo es en vano, finito, y carece de importancia.

E aqui palabras de la Suprema Personalidad de Dios.

Acción sin Fruto, actuar sin esperar el fruto de tus acciones, tienes derecho a la acción pero no al resultado.

Disfrutar de todo lo que la vida de mande, sea bueno o malo, permaneceras imperturbable.

Resumiendo:

Esta Vida Vana y Finita te enseña la maxima lección Suprema.

La Acción sin Fruto.
Desapego.
Aceptación de la naturaleza tal cual es.

Cuando te conviertas en un disfrutador, libre seras, puesto que Haces por hacer, liberado estas.
:

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